Antes que se acabe



Quiero dejar de ser yo la que quiere, y empezar a ser el conducto, nada más. Para eso comencé a mover un par de hilitos mágicos. Quiero escribir un libro y plantar un hijo, como dije una vez, para eso les receto lo siguiente:

http://www.youtube.com/watch?v=zR7EtxBsew4&feature=player_embedded#t=39

Y como, por otra parte, todas las hojas son del viento, me disculpo por no cumplir cometidos, y si pierdo: pierdo, y empiezo de nuevo.
Las locuras varias caben en fotos blanco y negro, y en el suelo; sábanas.

Esto es alegría, aunque no me gusten los sucedáneos, y harto menos los duraznos.

Para volver a escribir y citar lo que no me ha pasado en el último tiempo, les dejo mi correo en rojo y negrita, así te llamo, porque he tenido frío y ganas de caminar sin fumar, y aunque de repente digo que odio lo esotérico y suplico a la ciencia: oh ciencia, tu que vives y reinas por los siglos de los siglos, callate.

Y si te callas no existe, y así podemos empezar a cada segundo contante y excitante, donde no buscas ni hay nada, por que no hay peor que tirarse de espalda en el pasto, eterno, pensando que cada segundo es una oportunidad, y que cada oportunidad es un futuro, y que cada futuro está oculto en alguna hoja amarillenta, con los bordes quemados.

Maldita sea, que sea como sea.

Callate para que no exista



Es el día en el que no te veo, el día en que tendré que esperar un mes completo.
Y a nadie le gusta esperar, y a nadie lo esperan como yo.

Entonces la estufa,
entonces las pelusas, las bufandas, e incluso la cordillera.
Entonces los momentos,
esos que ni Pedro Aznar, ni Arjona completan,
esos que mañana molestarán en el frió, en lo que quiero hacer.

Lo que no quiero aparece,

y te disfrazo,
y me desnudo,
y te disfrazo,
y me acabo.

Camino mil

Yo quice que no quisieras más, es mas, te quice esperar, ¿pero vencer?

Entonces, en la mejor de las esquinas francesas, las zapatillas rojas, (como lo interminable)

Las metáforas, que van sin como, para darles brillo, para darles sentido.

El amor, que vive con nosotros dentro de cada metro y transantiago,
dentro de las miradas dormidas,
auxiliadores,
eternas,
poco vagas,
tuyas, mías,
de ninguno,
se encuentran,
se miran.

Y recuerdo que no hay para qué, no hay más que gatos.
De techo en techo,
de cama en cama,
de barco en barco,
se mecen, se callan, se apagan,
para, cual pendejos, reirse de las caídas, tomar y besar manos,
que no son,
que no existen.

Eso pensé de día, mientras bailaba en espera, en caída, de madrugadas eternas,
de panes sin sal,
de dias completos,
nauseabundos,
pálidos,
esperan, esperan, aúllan..