Me duele la espalda




Alzar mi puño sobre frentes mal lavadas de mujeres, de hombres.
Comenzar por entender porque se rompen las antesalas de cuero, se teje de arriba hacia abajo y se forman esos bancos que esperan, brillando.

Viajar con tus cuerpos tocándome las orejas, golpes bajos a señoras aristócratas. Se me acaba el gesto, la intencidad se agraba.
Quiero conocer gente bien bonita, pero ellos no se saben ni pueden saberse así, cuando les dices se arrancan.
Convinan bien la ropa, asienten y lloran, se come las migas del suelo .Escupen fuerte y saben esperar.

Y en castellano sigues los folletos privados y citas con convenciones filete.
Sin zapatos las espinas no te las saca nadie, ni nunca puedes obtener lo que escondias con los duendes del arcoiris que llaman Hamaica los felices desvirtuados.

Papi: dónde estás?, sólo llámame, sólo comprame un celu nuevo, y sabré por fin que sientes por mí.

Sunday morning

Botar las zapatillas viejas, comprarles cordones a las nuevas, lavar la ropa de verano y matar un poco de polillas.
Almorzar en el patio con las ortigas hasta las orejas.
Comer ensalada con harto aceite.
Adentrarme en la selva con mis jaguares místicos de capa caída, a veces morderle las colas que se mecen espantando las mariposas transparentes que vienen.
Todo tan liviano.

Acostarse a la hora de las estrellas por segunda vez en el día, guardar los bordes del pan que se queman para el almuerzo. Dar vueltas abrazada de un árbol, comerme sus flores, y acostarme al lado de la sombra que da.
Algo superficial.

Enfriarse las neuronas con poemas de cantantes con lentes de Lennon, ensuciarse con polvo y bañarse con leche.
Un poco de desición.

Apgar igual 0


Con respecto a lo que siempre quise escribir, digo:

Recién pensé que era un sueño, siendo que esta más que asumido. Entonces digo que tengo que ser la hoja, no el suelo que ve y siente a la hoja. Entonces no estoy atrapada y me coarta la existencia, cosas y quienes como ella, que no sabe nada, y necesita tanto.

Yo no soy ella, soy la que apenas sueña porque esta demasiado cansada, la que lucha con su postura y sufre en la cabeza con el sol.

Y me da rabia que tenga que estar con ella porque yo también tengo problemas y tonteras que molestan a pesar de ser imbéciles, y tengo que traumarme porque tu no entiendes ni aceptas nada, nada mas que tu, y eres tan idiota como para seguir aquí, aquí sigues.

Lo superficial de los asuntos no tienen sentido cuando en realidad podemos saber y tomar lo que queremos y no conocemos, y vemos y queremos solo ropas, vestimentas escogidas profundamente motivadas por razones que no conocemos realmente.

Las películas que más me gustaron se quedaron en la basura imaginaria del copy and paste, yo no las dejé ahí, pero ahora filo. Habrá que inventar nuevas curiosidades.


Y en esa lista nueva, que aburre relatar, me raparé la mitad de las cosas que acepté y no quice empujar. Já, egoísta.
Las faltas de ortografía y la mala redacción son fundamentales en mi vida.

Corten.

Linda adolescencia

Mientras acá suena una música, entre Silvio Rodríguez y José González, afuera hay hombres vestidos con enormes trajes con metales colgados, riéndose de la sociedad.

Se burlan, en serio, los escucho.
Se ríen de las estatuas de las capitales más importantes, y lloran.

Lloran porque se aburren de su filantropía.
Se acuestan ahí, entre los pastos, tragando colillas.

Entonces no quiero fumar más, porque es más que la incineración divina, es la decapitación lo que ofende, el intento desesperado de sacar a golpes, de avergonzarse.

Y entonces me gusta ese encuentro: el de la mano con el hombro, el labio y el bigote, la piel y la mejilla.
Y me relajo.

Como gato, listo para salir a correr.

A veces hay temas, a veces no, lo que importa es la memoria, la recuperación, como informáticos pasajeros de lo que no entendimos, como pájaros.

Entonces igual me gustan Los Beatles, y el alcohol me parece nefasto.

Entonces no gano, con esas conversaciones repentinas que amarro, donde no me gusta ocupar simbología alguna.

Los de afuera no quieren que pare, y tampoco me quieren.

No necesitan banderas ni monedas para ver el Clásico.
No necesitan mi crítica ni armonía, y no le interesan mis anécdotas, por eso no las cuento.

Nadie es perfecto.